Pese a que la traducción teatral y la traducción literaria
son dos tipos de traducción que siempre se han relacionado, son muchas e
importantes las diferencias que existen entre estas dos clases de traducción
especializada.
La doble idiosincrasia de un texto que se convierte en
texto literario y también guion teatral, hace que componentes lingüísticos
aparte, tengan protagonismo elementos no verbales con un peso concreto en el
proceso de traducción. Esta peculiaridad ha favorecido la utilización de términos
como “adaptación”, “versión” o bien “traducción” para representar exactamente
el complejo traslado cultural, escénico y lingüístico que comporta la
traducción teatral.
Un traductor de obras de teatro se halla, como todo traductor debe afrontar múltiples impedimentos que se pueden resumir en dos: la
de la lengua receptora de la traducción y la del texto a traducir.
La traducción de obras teatrales es una de las labores que
precisan más dedicación y paciencia. No obstante, paradójicamente, no
acostumbra a ser tan estudiado. Afortunadamente, cada día existen más estudios
sobre la teoría de la traducción y proponen poco a poco más cuestiones
fundamentales que no habían sido contempladas hasta ahora o que en cualquier
caso, habían tenido unas respuestas que actualmente creemos que son del todo
correctas o deficientes.
Diversos autores se quejan, y con razón, de la escasa o
nula atención que se ha ofrecido a la traducción teatral, y de que la poca
literatura existente se centra únicamente en la traducción teatral del texto,
lo que comporta una suerte de contrariedades adicionales para el traductor. Por
poner algunos ejemplos: los aspectos socioculturales, el vacío cultural, la
consideración del texto como una parte de la representación o la inmediatez del
texto. El traductor de obras de teatro casi siempre se halla frente a una gran
cantidad de impedimentos, que pueden resumirse en un par: la del texto que se
debe traducir y la de la lengua meta.
Por esta razón es todavía más difícil traducir obras de
teatro. No solo hay que considerar las peculiaridades de cada idioma (el de
destino y el de origen) sino también el cosmos de vínculos ideológicos,
fundamentales, en tres dimensiones que el dramaturgo de alguna forma ha debido
visionar ya antes de redactar. Traducir obras teatrales comporta regresar para
ver ese planeta en tres dimensiones, y no solamente la simple hoja llena de
palabras. Las peculiaridades que distinguen a la traducción de obras de teatro
del resto de traducciones literarias, fundamentalmente son tres; a saber:
1.- El teatro es una especie de ceremonia, de diálogo, es
una comunicación en incesante cambio. Por esta razón podemos aseverar que es un
texto mixto, ya que pese a estar escrito, su fin es el de ser leído en voz
alta.
2.- La inmediatez. Esto es, el público que asiste a una
obra de teatro, al igual que en una película de cine, no puede alterar su ritmo
para volver atrás si no ha comprendido algo como puede hacer el lector de un
libro. El espectador de un obra de teatro va a estar siempre y en toda
circunstancia atado a un instante y sitio concretos e irrepetibles. Es un
instante único lleno de significado que nunca más se va a repetir igual. Se
puede afirmar entonces, que el espectador acepta una actitud pasiva respecto al
texto teatral en tanto que sencillamente es un receptor.
3.- La puesta en escena. De esta forma, el traductor
teatral tiene que imaginar la escenificación de la misma manera que el lector
crea su montaje teatral mentalmente cuando está leyendo un texto traducido de
una obra teatral.
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